Invisibles son los hilos que maneja.
Un pie persigue al otro, el asfalto es infinito pero las líneas y las luces pasan como trenes en dirección contraria. Primero es una cuesta abajo, luego una subida prolongada. La caldera del corazón pide más carbón, cada vez suena más fuerte hasta que giro a la izquierda.
Los latidos siguen bombardeando pero mudos, las zapatillas redoblan su tono plateado y parecen iluminarse buscando el encuentro de esa testigo taciturna y ocasional. La Luna Llena apenas se levanta unos palmos del horizonte para rielar, alumbrar e hipnotizar.
Siguen los pies y el corazón como biela y fogón, pero el maquinista sigue absorto por aquellos hilos invisibles del cielo, envueltos en un halo de lunática belleza.
Los latidos siguen bombardeando pero mudos, las zapatillas redoblan su tono plateado y parecen iluminarse buscando el encuentro de esa testigo taciturna y ocasional. La Luna Llena apenas se levanta unos palmos del horizonte para rielar, alumbrar e hipnotizar.
Siguen los pies y el corazón como biela y fogón, pero el maquinista sigue absorto por aquellos hilos invisibles del cielo, envueltos en un halo de lunática belleza.
1 Comments:
Preciosa metáfora de lo que ya en su día se calificó y filmó como "The loneliness of the long distance runner..."
Tus apariciones en este blog son como esa "Esencia de mujer" que tanto embriagaba a tu alter ego.
Una lástima que tu última visita por la capital fuera tan breve que no nos permitiera compartir unos minutos de esos nuestros.
Un fuerte abrazo, y que nunca se te acabe la inspiración
Al
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