1.5.08

17+9



Tenían, como poco, 11 años y 5 días.

Todo ese tiempo guardados en el segundo cajón de mi antigua mesita junto a la cama. Tesoros del pecio que el tiempo todavía no ha conseguido oxidar, 17 carretes 35 mm y 9 formato 120 de esa Rolleiflex que nunca llegué a aprender a manejar del todo bien.

Como si de nichos se tratara (de hecho, lo son) en el cajón de encima siguen inexorables al paso del tiempo el último monedero, las últimas anotaciones en agenda, las últimas monedas, el ultimo pañuelo BoyScout como línea de comunicación entre la madera y las voces de decenas de viejos boyscouts despidiendo con el último himno: Aún tiembla en mi memoria. (Seréis para ser buenos/mejores cada día/con este faro y guía/cumplir vuestro deber)

Tengo mis sospechas de lo que pueden contener esos carretes. No arrojarán ninguna foto especialmente entrañable, serán fotos de obras, edificios, remates técnicos. Pero cada cierto tiempo me quedaba observándolos

Pero quiero mantener la ilusión por que algo (¿alguien?) me sorprenda todavía. Por eso ahora quisiera tener una bolsa d e cristal que me dejara ver a la máquina de revelados que ahora mismo estará secando el tesoro. La impaciencia de la niñez.