Y por eso miro arriba
Porque en los momentos más divertidos, en los que no lo son menos y hasta en los indiferentes, quizá los peores, uno gira la cabeza, observa, y más vale que lo que divise con la mirada no le agobie, no le perturbe su paz interior o lo que sea. Y cuando así es, la orientación que nunca falla es la de arriba: frente a caminar leyendo párrafos de cemento con letras de baldosa, divisar las azoteas, antenas y nubes.
Cuando se tiene la lucidez suficiente para saber que está traspasando ese instante único e infinitésimo en el que la otra persona ya ha dibujado qué tipo de conversación espera, cuando firma el contrato no escrito entre ambas personas, puede ser efímero o eterno, pero nunca caducará la vista de lo infinito hacia arriba.
Quizá por eso compré un descapotable, porque es lo más similar a batir alas.