30.11.08

Clanes


Personas y lugares. Personas que se unen, deliberada o fortuitamente, y caminan, observan, actúan. Lugares que cobran de ese modo un sentido; testigos mudos, no inanimados, del germen de historias de incierto final.Sea cual fuere, ese final es la condición indispensable que les convierte a aquéllas en clanes: un vínculo exclusivista por el cual ese instante efímero tiene un único significado, aquel que el clan, con su mera presencia, le confiere convirtiendo un lugar en un escenario. Y por tanto en una fotografía.




Así se describe CLANES, mi primera exposición fotográfica en solitario que he tenido expuesta durante el mes de Noviembre. Y durante algunas tardes me he acercado para de alguna manera observar esos 12 espejos. Cada foto como una ventana que me devuelve la manera en que veo las cosas en los diferentes lugares por los que he viajado y las diferentes situaciones que me han (con-)movido. En otras palabras, la imagen de mí mismo, porque un fotógrafo se vale de la cámara para contar cosas, historias, vidas; y su firma subyace recordando que ahí está su mano y su ojo para tender un puente entre el espectador y otras realidades.

Por eso en ocasiones me detengo ante la colección de cámaras reflex que tengo en el pasillo; quiero entender, ver a través de ellas, conocer qué millón de historias se han puesto frente a ellas cuando mi padre las disparaba, anhelando congelar con vivos colores todas esas escenas. Pero son demasiado opacas, traté de dispararlas en otro momento yo con otras películas de diferentes sensibilidades (interesante polisemia en ello) pero era mi ojo. Totalmente diferente, por más que mantenga mi vacuo intento de ver la vida con los ojos que él tendría hoy.

Con el paso del tiempo, creo que mi visión de la vida a través de la Fotografía se ha forjado merced de un oxímoron: pretender hacer fotografías como él haría, para acabar encontrando mi propio discurso, mi propia firma, forjada poco a poco, pasito a pasito de 35 milimetros cada uno, con colegas, grandes maestros y teniendo la “antena” siempre dirigida.

Arquitectura, Música, Magia, Fotografía... Lenguajes que no entienden de fronteras pero que sabiamente callan cuando el otro habla, y le contrapuntean en luminoso diálogo para ayudarme a entender mi propia vida.


11.11.08

Corazón por Corazón

Se levanta uno, temprano, y se mueve por impulsos y rutinas. Quizá actuamos de una manera que llevamos tatuada y, quién sabe, si es el único momento del día en que somos realmente nosotros mismos.

La semana pasada, a las siete y media de la mañana mientras se congelaba al momento la taza de leche recién sacada del microondas, escuchaba la noticia sucedida en Oviedo: Un chico de 26 años descubría a su padre recién muerto por una insuficiencia cardíaca; en el mismo momento al chaval se le paraba su propio corazón. Fulminado al ver desplomado el castillo de naipes fundamentales que para algunos ha supuesto un padre.

Y siento mi piel erizada, fría como el hielo y los latidos retumbar en el pasillo mientras camino lentamente hacia el baño... recuerdo ese ansia, ese vibrar de labios y mis propios latidos vibrando algo más fuerte, confiados en alguna suerte de absurda telequinesia capaz de restaurar otros latidos hermanos en ese corazón detenido. Incapaz de distinguir diferencia alguna entre las sonrisas que él me inspiraba sólo por vérsela dibujada y mi instinto por darle vida a su corazón.

Y me encuentro frente al espejo del baño a ese chico de Oviedo y le digo que lo siento, amigo. Que habría querido darte un abrazo, que me habría gustado quitarte un par de piedras en el nuevo camino que te esperaba después de ver la verdadera cara de la vida en la que pasan cosas como esa.

Me habría gustado agarrar al vuelo esa carta de la baraja antes de que el palo de los corazones quede con todos los naipes en blanco.