29.7.07

El mientras tanto

No es tanto el llegar desde el punto A al punto B, sino el camino que lleva de uno a otro. Como por ejemplo en los viajes, en los que tienes un destino claro (a veces) pero lo que lo hace inolvidable esencontrar hitos, vivir momentos, retener con los ojos la misma luna y el mismo sol vistos desde distintas latitudes, encontrarte dos pedazos de papel en un puerto marítimo lejano y encontrarte a ti mismo fotografiando sus formas de corazón flotando sobre el agua.

Viajas hacia la Toscana, un destino que desde hace un tiempo te produce evocación sin conocerlo, fantasía sin visualizarlo. Pero son los momentos intermedios los ue hacen el trayecto inolvidable. Recrearte más tiempo en el Panteón en Roma, pasar por Pisa y admirar el paraje del baptisterio y la catedral... Los niños jugando a posar con la ilusión óptica de estar sujetando la torre inclinada.

Mirar desde el volante a la derecha y sentirte bien por quien te está acompañando. Mirar a la carretera, y volver a girar la cabeza.
Llegas al sur de la Toscana, y solo en ese momento te das cuenta de que, una vez más, es en una isla donde te encuentras con esa persona, como si se tratase de una lotería en la que los cartones los negociamos. Atravesar ese istmo artificial que, con el agua del Lago Poniente a ambas partes de la carretera, da la bienvenida a Argentario. Una cena bajo la noche toscana de verano, un paseo.

21.7.07

Horizontes

A veces uno siente que su pasaporte tiene síndrome de abstinencia; otras, que las venas de asfalto son largas, misteriosas y llegan a corazones lejanos.

Y a veces sólo es necesario accionar una llave de contacto en un coche. El que sea. Y se suceden los paisajes: el exceso de Mónaco, la plaza de Milán, la maravilla pausada y continua de Verona, el encanto de Venecia, la sorpresa de Ljubljana, las frutas de Zagreb...