27.4.07

Come to the edge, he said.
They said: We are afraid.
Come to the edge, he said.
They came.
He pushed them
And they flew


Christopher Logue sobre versos de Guillaume Apollinaire



Hace diez años me llevó hasta ese límite, hasta esa raya en la que al girar la cabeza no haces sino verte a ti mismo.

El momento en que el corazón le cede el ritmo a las alas.

Y en ese mismo momento, por más que intenté sujetarle las piernas, le vi volar. Tal y como habíamos visto juntos hacer a Peter Pan en el cuento.

Aún no ha transcurrido un solo día sin percibir el tacto de aquel batir de plumas en la cara.

En algún momento todos mostramos reacciones alérgicas al polvo de hadas.

19.4.07

So Long, Frank Lloyd Wright...

Gafas de sol, un Ford Mustang V6 de 4 litros (negro, por supuesto), estaciones de radio con el rock adecuado.

Jugar a las damas con las ruedas como fichas y las calles de Chicago como casillas.

Rascacielos, calles, jardines. Aparcas, fotografias, montas y sigues. El teatro de Chicago, anochece, y quisiera ver la ciudad desde llo alto de la torre Sears. Llego, no hay fila, cerramos en media hora, no importa, subo en ascensor solo "sólo" 110 pisos.

Cámara. Pulso. Obturador. Respiración. Aquellos novios de antes fotografiando su día bajo la torre.





Domingo, desayuno al volante, GPS que guía hacia Oak Park. La Casa-Estudio de Frank Lloyd Wright. Pocas personas, ticket para la visita.



Architects may come and Architects may go, Simon & Garfunkel. Un arquitecto que viene a la mente.

So long.







14.4.07

Las cumbres nevadas del alba

(Vuelo Salt Lake City – Chicago)

Las cumbres nevadas de Utah, el lago salado, el límite de velocidad de 65 mph en autopista; Las interminables carreteras de Texas, las enormes raciones de comida, las iglesias en medio de la nada. Con los ecos del obturador de la cámara en la mente,

Una semana de reuniones en un par de fábricas de la empresa en Estados Unidos, además de una oportunidad para conocer a algún compañero con el que han bastado unas cuantas horas para salir con la sensación de haber plantado una semilla de amistad.

Desde hace unos años me gusta viajar solo; no por una cuestión de sociopatía, sino por la sensación o realidad de encontrase con uno mismo. A veces es conduciendo por la carretera de la ladera de una montaña (elocuente nombre “Skyline”) para ganar posición en altura sobre el Salt Lake que da nombre a la ciudad; también en el silencio que se produce al contener la respiración al disparar tras tomar foco, ejes, dominante, luz y volver a coger una bocanada de aire

O por ejemplo con el propio reflejo en un cristal del aeropuerto de Salt Lake City, mientras la cinta automática me arrastraba, pero mirada y cabeza seguían fijas en las montañas.


El recuerdo del alba, tan solo unos minutos antes. Subrayado en blanco por las montañas, moteado en marrón por el café compañero al volante, enmarcado en el azul de las sensaciones al terminar de marcar un número en el teléfono móvil.

(“I can feel it coming in the air tonight”), escuchar a alguien al otro lado de la línea.

(“When I remember”), entrada al aeropuerto. Son pocas las cosas realmente necesarias ("…First time… Last time… we ever met…”), quizá alguna de ellas sea percibir de cuando en cuando esa bocanada de aire especial, ese entorno especial, esa manera de tragar saliva especial antes de accionar el intermitente y cambiar montañas por el parking junto a la terminal.

8.4.07

El Cuarto Rey Mago

No es la fecha...

Pero vi un cuarto Rey Mago lleno de regalos.

Era ajeno a las fotos que llevaba yo un buen rato haciendo a unos edificios. Por un momento pensé en interesarme por él, ofrecerle algo; quê sê yo...

Ahora mismo, el aroma de un café en un hotel de Madrid antes de volar hacia Dallas, me hace caer en la cuenta de que no me necesitaba aquel tipo. Que su mundo, quizá, empezaba donde yo creía que se le acababa. Por eso ajeno a mí y a mi cámara.

Que realmente su carruaje lleno de tesoros podría llevarle mucho más lejos de lo que avión pueda llevarme a mí en unas horas.